domingo, 2 de marzo de 2014

LA VIEJA ENCINA



Asisten: Fernando, Anselmo, Paco, Pedro, Héctor, Juan Miguel y José Manuel. ¡Ahhh no! Juanmi no, y luego nos encontramos con Ángel.

Ruta: Doña Brígida, Florida de Liébana, Parada de Arriba, Pino de Tormes, Florida otra vez, Papelera…

Comentarios: Tras 69 mensajes “guasapeados” se fijó la “quedada” en la glorieta del Camino de las Aguas a las 9:45. Como la ruta no se había establecido previamente y al “Capi” no le convencía el trayecto, decidió abandonar la disciplina del grupo y marchó sin dejar “nota”.

El resto decidimos seguir a Anselmo que nos hizo cabalgar “contra viento y marea” durante un buen puñado de kilómetros, eso sí, por asfalto. Y es que la mañana amenazaba con chaparrón, pero poco, y además el sábado también había caído.

Llegados a Florida decidimos ir en dirección a Parada de Arriba que, haciendo honor a su apellido, endurece más la marcha, siempre en cuesta y con el viento racheado castigando. Así que al llegar, nosotros decidimos hacer honor también al nombre, e hicimos una “paradita” para comer esas galletitas que siempre llevamos y alguna pastilla de chocolate por gentileza de Anselmo.

Había que seguir, ahora con dirección a Zarapicos y con el viento azuzando. Llegados al cruce con la finca de Zaratán, Fernando propone hacerle una visita a la “Vieja Encina”. Hicimos alguna foto de todo el grupo: Fernando, Anselmo, Paco, Pedro, Héctor, José Manuel y Juan Miguel (que estaba en espíritu y además no había vuelto a contravenir ninguna decisión en la ruta).

Como la carretera era aburrida, el “Pájaro Ibérico” despertó de su letargo nada más “oler” la frescura del camino y así, abducido por la belleza del entorno, se sumergió en su hábitat natural en busca de aventura. Fueron pocos los kilómetros, pero memorables, atravesando charcos y barrizales, con el ya habitual incidente canino. Y es que en una zona de caserones, varios “canelos” nos saludaron efusivamente, bajo la atenta vigilancia de “El Consigliere”, un pastor alemán negruzco y callado, que enseguida distinguió a nuestro “router” Fernando y con el cual negoció pacíficamente nuestra servidumbre de paso.

Después del incidente quisimos acercarnos a la orilla del río, haciendo amistad con un simpático “mastín”, pero tras indagar buscando la existencia de algún puente cercano que nos permitiera atravesar al otro margen, finalmente decidimos desistir del intento y tomar la carretera hacia Pino de Tormes para regresar de nuevo por Florida, donde se nos apareció un “Ángel” (nuestro compañero de grupo, que deambulaba por la carretera tras los abusos de la “carnavalera” noche del sábado).

Había que añadir una guinda a nuestro fabuloso postre, que no fue otra que la cuesta de la Papelera. No sé que tiene esta cuesta, de tanto subirla parece que hemos ido hundiendo el terreno y cada vez parece más “blandita”.

Algunos aprovechamos para terminar con un lavado de “galgas”, y a comer.











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