“Quizás del griego botón o, ganado. Villa rodeada de algunos
cerros como el Atalaya y el de San Sebastián, tiene también llanos, como Nava
de Arriba y Nava de Abajo. Hállase entre Castillejo de Azaba y el rio Águeda, a
2º y 53’ longitud occidente, con una diferencia de 11 minutos en la carretera
de Ciudad Rodrigo al Puente de Guadancil”.
Y una vez más, a pesar del madrugón, a pesar del frío, a
pesar de la niebla, a pesar de las rampas, a pesar de los descensos, a pesar
del precio de 5 euros por la ducha, a pesar del viaje en coche, ¡Qué bonita ha
resultado nuestra salida en bici! Y como se intuye de la inscripción inicial,
la etapa tenía de todo, cerros, llanos, riscos, puentes, hasta un embalse…
Erase una mañana fría del 9 de diciembre de 2011, con una
cerrada niebla, en la que cuatro
contagiados por el “magivirus” de la “MTB” habían quedado a las 8:20 para
cargar sus bicis en el coche de Juan Miguel y dirigirse hasta Ciudad Rodrigo.
Los otros infectados eran Fernando y Paco Sánchez junto al cronista, José
Manuel. En Ciudad Rodrigo nos aguardaba un invitado especial, Ángel, que
también debía estar a expensas del magivirus.
Sobre las 10:15 de la mañana descargábamos nuestras máquinas
a la puerta del albergue para emprender la marcha. Cruzamos el Águeda y
afrontamos la primera rampa por la carretera que sube hasta el enlace con la
autovía. Fernando puso un ritmo vivo - tanto que se marchaba - e hizo que
nuestros muslos y gemelos despertarán del sueño y del frío. Enseguida nos
desviamos al camino, con buen firme que pronto empezó a empinarse lentamente.
Una pena la niebla, porque seguro que la vegetación y las vistas hubieran convertido
el trayecto en un cuento de hadas.
Las rampas se empinaban cada vez más. Paco Sánchez (qué
también está en buena forma), es el único que aguanta el “tran-tran” de Fernando.
Juan Miguel se adelanta para hacer las primeras fotos y paramos para esperar a
Ángel, al que habíamos cogido frío y algo falto de forma, según nos apuntó.
Bebimos algo y a seguir ascendiendo con algún falso llano e incluso alguna
bajadita que nos permitía estirar las piernas. Otro repecho duro y llegamos a
un monolito que rememora el bicentenario de la batalla de El Bodón en la “Guerra
de la Independencia” allá por el 25 de Septiembre de 1811. De nuevo en liza
nuestros viejos amigos de Arapiles: “Enfrentamiento entre las tropas francesas
y las aliadas al mando de Wellington, compuesta por tropas inglesas,
portuguesas y españolas. Durante la acción, la caballería francesa tomó 2
piezas de artillería portuguesa, pero el 5º regimiento de infantería inglés en
un hecho carente de lógica, cargó contra la caballería francesa y recuperó las
piezas. Al día siguiente los ejércitos se encontraron en la posición de
Guinaldo o Fuenteguinaldo, declinando Wellington la lucha y retirándose a
Portugal”.
Nosotros optamos por repostaje de líquidos y brebajes,
también recordamos a Paco Martín (imaginémosle subido al monolito), hicimos algunas
fotos más y a proseguir el camino, pues adivinábamos una nueva rampa, que debía
ser de las últimas de la jornada. Subimos todos bien; Fernando en una nueva exhibición,
se alzó en pie sobre su “galga” y trepó el repecho sin suavizar el desarrollo ¡Qué bárbaro! Arriba un
falso llano y Juan Miguel divisa una furgoneta de su “amiguete” de El Bodón que
nos inquiere a parar cuando lleguemos al pueblo. Nos queda el descenso, donde
Ángel nos deleita sobre la 5.3 que compró a Alex. Mientras, Fernando pincha, y
tenemos que parar 5 minutos. Reanudamos el descenso y llegamos al casco urbano
de El Bodón, donde el “amiguete” de Juan Miguel nos agasaja con excelente jamón
ibérico, buen vino y cerveza con limón ¡Extraordinario!
Hay que continuar. ¡No sé qué extraña reacción produce en mí
el producto estrella del cerdo ibérico, que cada vez que lo tomo mis piernas
responden a la perfección! Enfilamos la estrecha carretera que nos conduce al
municipio de La Encina y de allí a Pastores. De nuevo cogemos un camino por el
que afrontamos otro descenso vertiginoso. Ángel me hace adivinar el significado
de la expresión “a tumba abierta”. Llegamos a la presa, y más fotos. Juan
Miguel quería subir otro “repechito”, pero se nos hacía tarde, así que
continuamos el descenso por la estrecha carretera con dirección a SanJuanejo y
allí nos desviamos por un estrecho, pero precioso camino llano, flanqueado por
árboles deshojados. Desembocamos de nuevo a la carretera para completar el
recorrido y arribar de nuevo al albergue, donde nos aguarda una merecida “duchita”
de agua caliente.
Después hubo más, pero eso ya es cosa nuestra…
Moraleja: “Si vas por los caminos en bicicleta hasta El
Bodón, es posible que alguien te obsequie y degustes buen jamón. Y así, al mal tiempo, buena cara…”