<<Calar>>: Penetrar un líquido en un cuerpo
permeable. Otra acepción: Mojarse una persona hasta que el agua llegue al
cuerpo. Como dice Fernando, ni el “gore-tex” le salvó.


A nosotros esto se nos hace corto, así que ponemos el
“chubas” (los que lo hemos traído) y optamos por hacer unos kilometrillos más
en dirección a Matilla. La lluvia arrecia pero no hay problema, como dicen mis
amigos africanos “la lluvia moja las manchas del leopardo, pero no las quita”;
Fernando insinúa que la calada será beneficiosa para nuestro maltrecho cutis. A
todo esto llegamos a la urbanización de Muñovela, junto al campo de golf: otra
paradita (sin fotos).
Sigue lloviendo y todavía queda mucho hasta Matilla por lo
que decidimos hacer cinco kilómetros más en esa dirección y regresar. Algunos
trataron de “boicotear” el acuerdo, pero nuestro “router” Fernando, siempre muy
atento, abortó las intentonas. Llegado el punto de retorno agilizamos la
marcha, ahora en ligero descenso con viento a favor y por si vamos lento,
decidimos dar relevos ¡Qué báaaaarbaro! En un momento estamos de nuevo en el
Pirulí, aunque esta vez pasamos de largo y en un “tris-tras” dejamos a Antonio
en Vistahermosa. El matrimonio “De Dios” nos quiso premiar con un caldito
caliente, pero lo que todos necesitábamos era llegar, quitarnos la calada y la
“duchita” de rigor.
Hay que reconocer que estamos un poco “trastornados”
saliendo días como hoy, pero “toda cuestión tiene dos puntos de vista: el
equivocado y el nuestro”.
¡Ciao!