Sábado 23F, 20:07 “El Capitán” Juanmi apoyado por otros
mandos del grupo toman la iniciativa de alterar la hoja de ruta inicial “Salamanca
– Cañizal – Salamanca” por algo más suave y cortito. No sé si es por la fecha,
pero se me viene a la cabeza el intento fallido de un ex-guardia civil. Lo
cierto es que los sublevados consiguen que la quedada se fije a las 10:30 del
domingo en el archiconocido Puente Romano. Allí estábamos puntuales Fernando, Paco
Sánchez, Antonio De Dios, Juan Miguel y un servidor (José Manuel) cuando hizo
acto de presentación Paco Martín. Como no había plan establecido Fernando sale
al paso de los “golpistas” y ejerciendo sus funciones de “router” propone hacer
la mitad de la ruta pensada inicialmente para llegar sólo hasta Arabayona.
Todos de acuerdo, la democracia ha triunfado.
La causa era justa, motivada por el diagnóstico de estrés
óseo en el pie del Capi, la posible resaca etílica de nuestro Paco Sánchez tras
la celebración sabática y la prevista ola de frío, que no fue tan dura. Salimos
en dirección Santa Marta y antes de llegar tomamos el carril bici a la
izquierda. En el Aldehuela continuamos por carretera hacia “Las Dunas”. Tras
cruzar la urbanización cogemos el camino que lleva hasta el camping Don Quijote
y cuando la parte buena se acaba, giramos a la izquierda para continuar por la carretera
de Aldealengua. En el puente que cruza la vía Juanmi hizo alguna foto (creo).
Seguimos hacia Aldearrubia donde hago parar a Fernando para
mostrar a mis compañeros el merendero junto a la carretera (se está a gusto en
este paraje al caer las tardes de verano si te llevas “el cacho” y la bota de
vino). Cuando íbamos a salir “El Martín” se cerciora de que su rueda delantera
está pinchada; como muchos de nosotros últimamente tuvo el auxilio de Antonio
(de Dios) que tuvo a bien ayudarle a cambiar la ya vieja, maltrecha, andrajosa,
abominable y remendada cámara de la
rueda.
Entretanto los demás nos habíamos adelantado para subir el
único “repechín” de la jornada (que no cubrió ni de lejos las expectativas de
esfuerzo) y allí estuvimos haciendo tiempo hasta que el grupo se refundió. La
bajada hasta Arabayona fue espectacular siguiendo a Antonio, que se adelantó y
me marcaba ritmos de hasta 50 Km/hora. La fuerza motriz de mi 8.0 me obligó a
usar las manetas de freno para evitar pasar de largo por el casco urbano.
Tras el avituallamiento junto a la ermita optamos por subir
a ver la iglesia, con la suerte de que se terminaba la misa y pudimos entrar.
La tienen coqueta y bien restaurada excepto el suelo, que no me gustó. Lo que
sí me gusto fue la simpatía que desbordaban las jóvenes y guapas feligresas que
muy amablemente nos explicaban las bondades de su pueblo (bodegas incluidas).
Es hora de regresar: por la hora y porque sabemos que el viento
en contra lo va a poner más duro acordamos hacerlo por el mismo sitio que
vinimos. A ritmo constante y no muy exigente alcanzamos enseguida el alto junto
a los pinares del cruce de Pitiegua, bajada de nuevo hasta Adearrubia,
Aldealengua, Cabrerizos y a ritmo del dopado “Paco Sánchez”, que con las copas
del sábado anda más fino que sin ellas, nos ponemos en el Alto del Rollo cuando
son las dos menos diez del mediodía. Aún me da tiempo a lavar la máquina, que
ya le toca.
A ver si en otra ocasión que visitemos Arabayona da tiempo a
que sus encantadoras azafatas nos agasajen en las afamadas bodegas. Otra cuenta
pendiente… ¡Ciao!