“Pájaros: Exquisito jamón y buen vino hacen fácil el camino”. Tadeo Mateos (cronista salmantino del siglo XXI)
¡Qué ganitas tenía de hacer esta ruta! Mis compañeros ya la
habían realizado el año pasado, aunque no pudieron disfrutar mucho de las
vistas por la espesa niebla. Fernando el “router” había enviado por correo unas
fotos comprometedoras en dos recipientes repletos de carne roja que me dilataron
las pupilas (adjunto foto). Rápidamente descifré el mensaje y me apresuré a envolver
una botellita de “Condado de Haza” en el manguito de mi brazo izquierdo. Sin
duda alguna "Alea iacta est" pensé (emulando al otrora cronista
usuario de latinajos).
Todo listo, las 10:00 de la mañana y todos presentes en el
antiguo “Mercasalamanca”: Paco Sánchez, Juanmi, Fernando, Antonio de Dios,
Nicolás y yo. ¡Ohhh no! Como siempre llega tarde el que veis en la foto con
bigote y traje informal a rayas y… para colmo se confunde de camino y nos hace
perder otros cinco minutos ¡Lamentable! Bueno, la mañana está fría y con espesa
niebla, pero estamos seguros de que va a levantar. Calzada de Medina hasta
Cabrerizos y después… ¡a sufrir la primera cuesta! para hacer un descenso
espectacular hasta Aldealengua. Cruzamos el pueblo y levanta la niebla ¡Esto se
pone interesante! a la vez que de reojo reviso si el portabidones trasero lleva
intacto el paquete de mi manguito izquierdo.
Fernando había decidido que no debíamos llegar hasta
Aldearrubia por el camino agrícola de siempre y tras las primeras fotos nos
desvía a la derecha para coger el camino de la lluvia (se llama así porque en
verano los aspersores te calan si vas por aquí). Sin duda me gusta más este camino si no fuera
porque de repente nos metimos de lleno en el fango y encenagamos bicis e indumentarias, gajes del oficio. A
todo esto ¿Dónde está el del traje a rayas? – Se ha dado la vuelta ¡Re-lamentable!
pero… ¡A más tocamos!
En adelante todo el trayecto es llano ¡mejor! Que la ruta es
larga. Llegamos al cruce de la carretera de Gomecello y nos desviamos hacia San
Morales, donde nos saludan efusivamente algunos “canelos” del lugar. Seguimos en
dirección a Villoruela dejando a la izquierda el balneario de Babilafuente y de
allí a Villoria para afrontar el último tramo de camino hasta las inmediaciones
del Azud: Preciosa panorámica con parada para fotos. Seguimos hasta el puente,
alguna foto más, vista de liebre y… todos al merendero.
¡Qué vistas hay en la zona! ¡Mirad, esa bandada de
migratorias! ¿Llegan por instinto? ¡UUUmmm! ¡Exquisito el jamón! ¡Delicioso el
vino! ¡Extraordinario el brebaje de Fernando! ¡Los dulces! ¡UUUmmm! ¡Qué le den
por saco a las galletitas energéticas! ¡Esto es lo sano, he dicho! ¿Os hacéis
una idea?
Antes de partir de regreso saludamos e intercambiamos
opiniones con Don Aniceto y su hijo Aniceto jr (cazadores de la zona) que forman
parte de una partida con galgos que cruza el camino. Comienza el regreso en
dirección a Villoria, después Villoruela para tomar ahora el camino paralelo al
canal que aunque está semi-asfaltado se hace muy duro por lo pedregoso. Nicolás
va fino aunque lleva mucho tiempo en el dique seco. Creo que el año pasado lo
pasó mal por aquí. Del resto ni os cuento… Fernando y Paco van como liebres y
Antonio de Dios hecho un misil ¡Menos mal que “El Capi” me espera!
Justo antes de entrar en Aldearrubia me arrea un “calambrazo”
en el abductor de la pierna derecha que me obliga a parar y estirar. A partir
de aquí me toca ir despacito y blando ¡Qué desastre! Enjuagamos la boca en la
fuente de Aldearrubia y de camino para Aldealengua. Después a afrontar la rampa
hasta “los Caenes”… yo con plato pequeño y piñones de los de arriba ¡Menos mal
que no rompo! Cabrerizos y para casa que es tardísimo. Culpa mía, los he traído
“pisando huevos”.
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