domingo, 26 de mayo de 2013

PALOMARES - CANDELARIO


“No pretendas que las cosas ocurran como tu quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz.” Epicteto de Frigia (55-135) Filósofo grecolatino.

Este filósofo debió estar de ruta con algún ancestro de Mercury.


Participantes: José Manuel, Ángel, Paco Sánchez, Paco Martín (Mercury) y Fernando.

Un domingo más con madrugón para, primero, poder desplazarnos desde Salamanca hasta Palomares de Béjar y después emprender la preciosa subida hasta agotar la pista que lleva, entre otros, al paraje denominado Garganta del Oso.

La mañana comenzó para Paco Sánchez y un servidor superando un control de alcoholemia de la policía municipal. Tras un “huracanado” soplido, Paco puso en el visor un 0.0 que no dejaba lugar a dudas. ¿Ustedes perderían el tiempo una mañana de domingo con un coche que carga dos bicicletas y sus dueños equipados al efecto…?  

El siguiente paso fue visitar la carga de bicis en el “comefuel” de Mercury, que tenía las ruedas al 40% de presión. ¡Menudo viajecito debieron llevar Fernando y Ángel!

Ya en Palomares con una mañana soleada y una temperatura ideal para afrontar nuestro desafío comenzamos la ascensión con un ritmo pausado, a sabiendas que se podía hacer duro. Varias paradas y muchas fotos (las vistas invitaban). A los pocos kilómetros nos cruzamos con un grupo de nativos senderistas “nudistas”, que no dudaban en enseñar al sol sus tiernos y contorneados pechos (ver foto).

Tras cruzar un puente sobre el río comenzaron las rampas más duras, siempre en zig-zag y sin zonas de descanso. No obstante Paco Sánchez opinó que no había subida más que en los últimos metros. Se sugiere echar una mirada a alguna de las fotos y al perfil... Aparte de las apreciaciones, los últimos repechos sí que fueron duros, porque eran duros y por la pendiente acumulada.

Tomamos con precaución la bajada hasta darnos de bruces con la cervecita y la tapas dispuestas en una mesa en “Caa Tolo” en la Plaza el Solano de Candelario.


Otra rampa gozosa hasta Béjar; desde aquí tuvimos que sufrir de nuevo la pendiente hasta llegar a los vehículos aparcados en Palomares.






















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